La vega del río Henares es una zona privilegiada desde el punto de vista medio ambiental, sus buenos recursos hídricos y naturales han facilitado, desde época prehistórica, el asentamiento humano.
La presencia humana en los alrededores de la Alcalá se encuentra plenamente documentada especialmente desde el Calcolítico, con los típicos fondos de cabaña, encontrando continuidad en la edad del Bronce y la Edad del Hierro. De este momento tenemos abundantes yacimientos en las vegas y en los cerros de la margen izquierda del Henares, especialmente en la zona del Ecce Homo. Varios de estos asentamientos debieron tener una larga ocupación, contando con importantes construcciones de habitación y defensivas, que anuncian ya el complejo urbanismo que se desarrollará durante la Segunda Edad del Hierro.
En esta época podemos hablar ya de una asentamiento pre-urbano, bastante organizado, en la cima del cerro de San Juan del Viso. Este núcleo poblacional indígena, encuadrado en la Carpetania ha sido denominado por la tradición con el nombre de Iplacea, ciudad mítica y literaria, supuestamente fundada por troyanos derrotados en la guerra contra los Aqueos.
Esta urbe, ubicada en la vía de comunicación natural que ponía en contacto los valles del Ebro, Duero y Tajo, bien fortificada y que aprovechaba las defensas naturales que ofrecía San Juan del Viso, es la que encontrarían las tropas del Cónsul romano Catón que anduvo por el valle del Henares hacia el 195 a.C., o el Pretor Fulvio Nobilior que derrotó, hacia el 193 a.C., a una coalición de
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